Entenderlos para ayudarles a superarlos (sin caer en su juego)
Se suelen dar de 2 a 3 años y desesperan hasta al más calmado de los
progenitores...hoy tratamos un interesante y más que frecuente tema: el de las rabietas
infantiles.
Hemos reunido diferentes explicaciones y pautas para intentar ayudar
a las familias takumitas que puedan encontrarse en esta difícil etapa
del desarrollo de su pequeño o pequeña. A estas mismas va dedicada la
entrada, enviándoles desde aquí todo el ánimo y apoyo posibles.
¿QUÉ SON LAS RABIETAS?
A partir de
los dos años los niños y las niñas descubren el poder de las rabietas. Han
comprobado que esa actitud desespera a los mayores y están probando su
eficacia.
A
esta edad ya son conscientes de sus limitaciones pero aún no toleran la frustración y les resulta complicado comprender que no
pueden tener siempre lo que quieren. Por esto las rabietas se
dan cuando se sienten frustrados o frustradas consigo mismos/as. Las causas más
frecuentes pueden ser porque sus padres
no entienden lo que dicen (si aun no son capaces de verbalizar lo que
desean), o cuando no consiguen hacer algo que quieren. Es, sobre
todo, una forma todavía inmadura de expresar su enfado e incluso miedo.
Hay
que tener en cuenta (quizá nos ayude a no desesperarnos fácilmente) que es una
etapa pasajera en
la mayoría de los casos y con el tiempo, las rabietas se irán mitigando y espaciando
cada vez más. A medida que los pequeños crezcan
podrán manejar mejor las cosas, el lenguaje y sus emociones. Eso significa que
tendrán menos frustración extrema en su vida diaria. También podrán conocer y
comprender más, y su vida tendrá menos novedades que los asusten.
En definitiva, lo que más necesitan
es que les demos tiempo para crecer.
Debemos ser pacientes y positivos, y tener
en cuenta que desarrollar estas habilidades toma tiempo. Todos los niños
pueden mejorar con la orientación adecuada.
CINCO PAUTAS O ESTRATEGIAS
- La rabieta no sucede si no hay un público que reaccione ante ella:
Que desaparezcan estas reacciones no depende solo de que consigan lo que quieren o no. Disminuirán cuando vean que no tienen efectos sobre sus padres, y sobre todo cuando puedan tolerar la frustración y expresar con palabras lo que hasta ahora solo pueden manifestar con pataletas.
- La rabieta no sucede si no hay un público que reaccione ante ella:
Que desaparezcan estas reacciones no depende solo de que consigan lo que quieren o no. Disminuirán cuando vean que no tienen efectos sobre sus padres, y sobre todo cuando puedan tolerar la frustración y expresar con palabras lo que hasta ahora solo pueden manifestar con pataletas.
Claro que
resulta mucho más fácil decirlo que hacerlo, pero según los psicólogos, es la estrategia más eficaz. Para
empezar, porque ayuda a dejarle claro que su rabieta no le llevará a
conseguir lo que quiere. Puede que
durante un tiempo el niño o la niña siga poniéndolas en práctica, pero en la
mayoría de los casos se dará cuenta de que la fórmula no le funciona y acabará
por dejarla.
-Mantener el control:
Es fundamental que los propios padres crean que controlan la situación. La rabia y el enfado son muy contagiosos y puede que el adulto se sienta más enfadado con cada uno de los gritos del niño o la niña. Por ello debe intentar no participar en la rabieta. De lo contrario se prolongará si el niño o niña empieza a clamarse pero detecta el tono enfadado de la voz del adulto…y vuelve a empezar.
-Mantener el control:
Es fundamental que los propios padres crean que controlan la situación. La rabia y el enfado son muy contagiosos y puede que el adulto se sienta más enfadado con cada uno de los gritos del niño o la niña. Por ello debe intentar no participar en la rabieta. De lo contrario se prolongará si el niño o niña empieza a clamarse pero detecta el tono enfadado de la voz del adulto…y vuelve a empezar.
Si después de que se le pase el
ataque de rabia descubre que se ha golpeado la cabeza, ha arañado el rostro de
su padre o madre o ha roto un jarrón, verá estos daños como evidencia de que no
se puede controlar y que sus padres tampoco tienen el poder de controlarlo o controlarla.
Para evitar esta situación, es
recomendable que el adulto, con tranquilidad, salga con él o ella en brazos del espacio en el que se
encuentran e ir a otro más abierto (el paseo puede distraer su atención y hacer
que se centre en otra cosa), lo deje en el suelo y despeje la zona de cosas
con las que se pueda dañar o que pueda romper.
Puede ayudar hacer la observación de su enfado: “Vaya, pues si que estás enfadado, avísame cuando se te pase”, alejándonos un poco tras pronunciar estas palabras. Será consciente de que nos preocupamos por lo que le pasa y de que no conseguirá nada poniéndose así.
Repito, es más
fácil decirlo que hacerlo. Pero debemos recordar que estamos intentando enseñar a nuestros
pequeños cómo manejar la ira. Si gritamos o amenazamos, inculcaremos
precisamente los tipos de conducta que deseamos desalentar.
-Explicaciones breves:
Si se intenta dar explicaciones a un
niño o niña durante un verdadero ataque de enfado de por qué es injusta su
reacción, lo más probable es que siga tirado o tirada en el suelo llorando y
pataleando sin parar.-Explicaciones breves:
En esos momentos lo único que
escucha es su propio llanto, por lo que es
difícil que nos presten atención en esas circunstancias. Frases cortas
y concisas dichas al inicio de la rabieta pueden servir para evitar su enfado.
El pequeño o la pequeña las entenderá sin problemas y si aún no están lo
suficientemente alterados, pueden disuadirles.
Una vez que
la rabieta ya ha comenzado, el niño o niña parece fuera de sí. Para calmarlos y hacerles entender que no puede ser, solo hay una opción:
intentar conseguir que salga de ese estado y hacer que nos escuche.
Para ello, podemos arrodillarnos frente a él o ella, cogerlo/a por los hombros
con firmeza y mirarlo/a hasta que fije sus ojos en los del adulto. Entonces
será el momento de hablarle con calma.
-Tras un “no”, dos “sí”:
Muchas veces
las rabietas son muestras de rebeldía. Por eso es frecuente que cada vez que
se le diga que no haga algo, él o ella intente hacerlo. Pero si después de un "no" vienen dos "sí", la cosa puede cambiar. Se le está prohibiendo una cosa, pero
permitiendo otras dos.
Por ejemplo,
si después de decirle que no puede pintar en la pared se le explica que sí
puede pintar en la cartulina o en otra superficie, es posible que su rebeldía se
aplaque. Con otro ejemplo: está claro que, aunque no quiera, debe ponerse el abrigo si hace
frio, pero podemos llegar a un acuerdo
si le permitimos no tenerlo abrochado hasta arriba…-Tras un “no”, dos “sí”:
-No dejes
que las rabietas en público te hagan sentir mal:
Algunos padres temen las rabietas en
lugares públicos; sin embargo, no debemos dejar que el pequeño o pequeña sienta
esta preocupación. Si por ejemplo, dudamos en llevarlos al supermercado para
evitar que tengan una rabieta porque quiere chucherías o dulces, o si los
tratamos de forma supercuidadosa cuando hay visitas por si se
provoca una explosión, se darán cuenta de lo que está pasando. Una vez que se
den cuenta de que sus enfados genuinamente incontrolables tienen un efecto en
el comportamiento del adulto hacia él o ella, es probable que aprenda a usarlos
y entre en un estado de rabietas semi-deliberadas típicas de niños de cuatro
años cuyas rabietas no se han manejado con eficacia.
¡Esperamos que os sirva a todos los papás y mamás que esteis en esta situación!
Saludos.
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